domingo, 28 de agosto de 2011

domingo, 21 de agosto de 2011

Zombies

Entramos por fin a la ciudad. Todo esto había sido tan caótico… Joe estaba a mi lado, pero aún así, me sentía sola. Thomas no estaba ya con nosotros, yo misma lo había matado cuando lo convirtieron aquellos engendros. Zombies. Todo parecía como sacado de una película de terror, pero lo estaba viviendo, estaba viendo a mis propios amigos comerse unos a otros, intentar mordernos, ¡Estaba matándolos!
Joe tiró fuerte de mi brazo, un ejército de zombies se acercaba hasta nosotros. Agarré como pude mi pistola y apunté. Entre ellos estaba mi vecina, la abuelita del súper y mi padre.

viernes, 19 de agosto de 2011

Espacio ocupado


Buscas en el fondo del vaso sin saber qué pretendes encontrar.

Una vez allí, te sientes una burbuja, que sube y sube, para después no sentir nada más... para dejar de ocupar espacio en el mundo...

martes, 16 de agosto de 2011

Portada FrikiQueFriki

¡Hola a todos!

Me llamo Alba y bueno, me encanta dibujar, comer hamburguesas y el Fary.

Mi finalidad será (si os apetece) enseñaros algunos dibujos, trabajos e ilustraciones. ¡Espero que los disfrutéis!

Un saludo a todos!


Portada para el Fanzine FrikiQueFriki - Justin Bieber, ¡tus fans zombies te adoran!

domingo, 14 de agosto de 2011

The Fallen Angel

Aunque el cielo debería ser un paraíso… En realidad es una compañía y los ángeles somos sus empleados… Aunque nadie sabe esto. Pero lo que nos acontece es que algunos Ángeles han bajado a la Tierra, algo también desconocido.



Era un día cualquiera de clase, yo cargaba con un montón de libros mientras mi pelo negro y largo me tapaba la cara y me impedía la visión. — Pesa…— Dije entre murmullos. La gente pasaba sin siquiera reparar un momento en ese bulto que era yo. Fue entonces cuando di un traspié, me dirigía sin remedio al suelo. — ¿Huh? ¡No!

Una mano apareció como de la nada, me agarró en plena caída y me salvó de comer las motas de polvo del suelo. Era él. — ¡Elías!

Elías es mi compañero de clase. Él y yo no nos habíamos separado desde que comencé el curso en este instituto. A decir verdad, yo ya conocía todo lo que había que saber de este mundo, pero debido a que aparentaba la edad de 15 años, debía asistir a clases hasta mi supuesta mayoría de edad. Elías no era nada del otro mundo, un chico corriente, alto y moreno. Sus ojos grises ya habían hipnotizado a alguna que otra chica del instituto, pero siempre había sido demasiado retraído, por lo que nunca había entablado conversación con ninguna de ellas.

miércoles, 10 de agosto de 2011

jueves, 4 de agosto de 2011

De todo lo malo nace lo bueno

Recorría aquel pueblo sin rumbo fijo, el cielo estaba encapotado, pero la claridad era indudable, no parecía que quisiera el cielo llover. El viento corría y arrastraba mi pelo hacia atrás, aireándolo. Angie estaba justo a mi lado, sonriente.

Las casas, los coches, el suelo… Todo parecía viejo, desgastado y sucio, aunque en realidad, me parecía bonito, ni siquiera sé el motivo. Las plantas se escapaban de los bordes de la carretera, y alrededor del pueblo, habitaba una gran masa espesa de flora espesa y verde brillante, junto con pequeña fauna, como pequeñas mariposas que revoloteaban por aquí y por allí.

El pueblo era pequeño, y las calles finalizaban cerca del comienzo de éste. Angie y yo pasamos junto a una bocacalle, yo iba distraída mirando el cielo y los edificios, tan grandes, que no pertenecían a ese lugar. Pasada la bocacalle, Angie me tiró fuertemente del brazo: ¡Nena! ¿No lo has visto? –Dijo de repente ella con su voz aguda, como suelo recordar siempre. Me quedé mirándola. No sabía a que se refería. -¿El qué? -Pregunté con curiosidad, ella meneó la cabeza, como diciendo que no tenía los pies en la tierra firme. Tiró nuevamente de mi brazo, y retrocedimos hasta la bocacalle, nos acercamos a un grupo de personas que estaban charlando animadamente, en los que no había reparado hasta ese momento.

Y lo vi, vi su larga melena, su camiseta con su dibujo de la calavera con el brote de cerezo, su sonrisa brillante, escuché su melodiosa voz… Estaba tan sorprendida y emocionada que apenas me podía mover. Alcé el brazo para saludarle, él me miró, abrió los ojos sorprendido, y su cara entera se convirtió en una sonrisa.

Quería acercarme, poder saludarle decentemente, y preguntarle qué tal todo, pero no podía moverme, el pánico había inundado mis músculos. Entonces, Angie empujó mis hombros hacia delante. Tal era mi conmoción que por poco caí de bruces contra el suelo, pero no fue así, porque él se adelantó a los acontecimientos, y agarró mi cintura para evitar que cayese. Me abrazó con delicadeza y añoranza, y me dedicó una sonrisa, esa sonrisa suya tan preciosa, con esos ojos color chocolate brillante…

martes, 2 de agosto de 2011

¡¡¡MONSTRUOSO!!! (1ª parte)


La noche estaba cerrada. Una lechuza de tres ojos ululaba sobre un almendro seco, mientras las tres ranas moradas del estanque pútrido croaban acompasadas. Urkig, el pequeño y feo trasgo verde, se dirigía a su casa acompañado de su inseparable amigo Bobum, un espécimen único de bola de pelo morado gigante con cuernos. Todo estaba demasiado tranquilo en la aldea, y más aún si tenemos en cuenta que era el final del día de los inocentes asustados.

Veréis, el pasatiempo favorito de los “amigos” de Urkig era asustarlo. Bueno, podría decirse que ese era el pasatiempo favorito de todos los habitantes de villa Repullo, y podría decirse también que la banda de Splitter era la que más sustos por hora daba en toda la comarca, y que su víctima favorita era Urkig. Quizá fuera por su voz chillona, por su ridículo tamaño, o por lo mucho que se cabreaba cada vez que le asustaban… pero lo cierto es que les resultaba muy divertido. Y esta vez, no iba a ser una excepción.
Cuando ya estaban dando la vuelta a la última esquina para llegar a casa de Urkig, éste se sentía seguro de que por hoy se había librado. “se habrán ido todos de vacaciones sin avisarnos, los muy bellacos”, pensó. Nada más lejos de la realidad. La banda hizo su aparición al completo, a la vuelta de la esquina y… ¡¡BUUU!! Urkig saltó como un metro hacia arriba y cayó bocabajo contra el suelo. Bobum ni se inmutó, con su inexpresiva y habitual cara de bobalicón.