martes, 2 de agosto de 2011

¡¡¡MONSTRUOSO!!! (1ª parte)


La noche estaba cerrada. Una lechuza de tres ojos ululaba sobre un almendro seco, mientras las tres ranas moradas del estanque pútrido croaban acompasadas. Urkig, el pequeño y feo trasgo verde, se dirigía a su casa acompañado de su inseparable amigo Bobum, un espécimen único de bola de pelo morado gigante con cuernos. Todo estaba demasiado tranquilo en la aldea, y más aún si tenemos en cuenta que era el final del día de los inocentes asustados.

Veréis, el pasatiempo favorito de los “amigos” de Urkig era asustarlo. Bueno, podría decirse que ese era el pasatiempo favorito de todos los habitantes de villa Repullo, y podría decirse también que la banda de Splitter era la que más sustos por hora daba en toda la comarca, y que su víctima favorita era Urkig. Quizá fuera por su voz chillona, por su ridículo tamaño, o por lo mucho que se cabreaba cada vez que le asustaban… pero lo cierto es que les resultaba muy divertido. Y esta vez, no iba a ser una excepción.
Cuando ya estaban dando la vuelta a la última esquina para llegar a casa de Urkig, éste se sentía seguro de que por hoy se había librado. “se habrán ido todos de vacaciones sin avisarnos, los muy bellacos”, pensó. Nada más lejos de la realidad. La banda hizo su aparición al completo, a la vuelta de la esquina y… ¡¡BUUU!! Urkig saltó como un metro hacia arriba y cayó bocabajo contra el suelo. Bobum ni se inmutó, con su inexpresiva y habitual cara de bobalicón.

-¡¡Jajajaja!! No sé cómo te las apañas para picar siempre- Se burló Splitter, mientras su banda se reía a coro.
-Claro, así es muy fácil -se excusó Urkig mientras se ponía en pie-. Si nosotros fuésemos tantos como vosotros, también podríamos asustaros.
-¿Quiénes, esta bola de pelo y tu?- dijo Splitter acercándose a Bobum señalándolo, e inmediatamente retiró el dedo quedándose helado. Ciertamente, Bobum tenía algo misterioso en su interior que asustaba, tan inexpresivo y grandote como era. Se produjo un momento de tensión, en el que todos contemplaron a Bobum con respeto… los segundos pasaron y la expectación crecía. De pronto, Bobum soltó un debil “Bu”, E inmediatamente comenzó a reírse de una forma tan exagerada y escandalosa que asustaba bastante más que el propio “Bu”, desconcertando al personal.
-Además –continuó Urkig simulando orgullo-, el mérito radica en ser valiente, no en asustar. Y ahí te aseguro que te ganamos.
-¿Ah, si? -Cuestionó Splitter con el ceño fruncido y los brazos cruzados- ¿Tanto como para pasar una noche en la mansión de Mr. Monstruoso?
-¡Por supuesto que si! ¿Por quién me tomas? -Respondió Urkig sin pensárselo demasiado.
-¡De acuerdo! -Dijo Splitter rápidamente-. Si mañana vuelves trayendo pruebas de que has estado allí, no volveré a asustarte más. ¿Trato hecho?
-¡Trato hecho! –firmó Urkig sin mostrar dudas.

-… Creo que esto no ha sido una buena idea, Bob.
Ambos amigos se encaminaron esa misma noche por el sendero de los moribundos, dejando atrás el estanque pútrido y a la derecha el derruido pozo de los lamentos. Los almendros secos se sucedían por todo el camino, creando sombras inquietantes. De los arbustos surgían roedores e insectos que producían débiles sonidos. Los zorros y lobos merodeaban por la zona del bosque oscuro, ladrando y aullando. Una bandada de murciélagos levantó el vuelo mas allá del puente colgante semiderruido que atravesaba el acantilado de los sucicidas y, a lo lejos en el horizonte, Un trueno y un rayo hicieron aparición detrás de la imponente mansión de Mr. Monstruoso, situada en lo alto de la colina siniestra, casi cubierta por una nube de espesa niebla.

-Si quieres, Uri, podemos volvernos a casa –Le dijo Bobum comprensivo, apoyando una mano tiernamente en su hombro.
-¿Y soportar los sustos y las risas de Splitter durante mas tiempo? -Le soltó secamente, apartándole bruscamente la mano del hombro-. No, gracias. Prefiero Tirar mis huesos al pozo de los lamentos por toda la eternidad. Además –añadió tragando saliva-, ¿qué es lo peor que podría pasarnos?
Y dicho esto, avanzaron a buen ritmo (gracias a la actitud impasible de Bob) por el sendero de los moribundos. Dejaron atrás los inquietantes almendros secos, atravesaron el oscuro bosque con su ruidosa fauna y su inquietante flora, pasaron con mucho cuidado por el enclenque puente colgante que atravesaba el acantilado de los suicidas (donde Urkig dio un respingo al oír a los murciélagos levantar el vuelo a su lado), subieron con cansancio la empinada colina siniestra y, por último, llegaron al inmenso portón de madera y acero que custodiaba la imponente y terrorífica mansión de Mr. Monstruoso.

-Bu… bueeeno, pu... pues… ya-ya…ya estamos a-aquí…
Uri temblaba como un flan. Con mucha suavidad, casi sin rozar la puerta, sus nudillos dieron tres leves golpecitos contra la maciza puerta.
-¡Vaya, pues parece que no hay nadie! –Espetó rapidamente a Bob, mucho mas tranquilo- Mira tu que es mala suerte, ¿eh Bob?… bueno, habrá que intentarlo otro día –decía mientras se daba la vuelta para volver por donde había venido, a la vez que Bob cogía el gran golpeador con forma de cabeza de zombi que había colgado en la puerta y lo chocaba contra ésta repetidas veces, provocando un nuevo respingo en Uri. Al poco, las dos hojas de la puerta se abrieron, lentamente, como quejándose…

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