viernes, 17 de junio de 2011

El Estado de Derecho ha muerto.

No son pocos los que aún hoy aluden a esta expresión. Ha muerto, como han muerto los principios del mismo como agente de mediación social. Mediante la politización creció la mediatización. Hoy interactúan a su antojo, y nosotros presenciamos el triste juego representativo que ambos conceptos albergan desde lo más profundo de su esencia.

Títeres o demonios, todos caben en este juego. El problema no es que sientan que no son representados, algo más que cuestionable. El problema reside en la liberación de la conciencia. Cuando un individuo decide contrariar la estructura establecida entra en el terreno de la libertad, sentirse libre no tiene por ende la cualidad del bienestar, incontables ejemplos ratifican esto. Si la presión pacífica no es suficiente habrá que establecer otros cauces. Si no se garantizan otros cauces, que sean reales y conducentes a un cambio real no queda más opción que los actos de fuerza. Está en cuestión la toma de decisiones de todos y para todos, si no existe voluntad política y mediática de desarrollar un cambio activo qué solución queda.

¿Es la vía pacífica la solución? Sí. ¿Es tolerable la violencia de Estado? Tajantemente no. No solo es cuestionable la violencia policial, sino también la representación que el ejército hace de nosotros en cualquier punto del mundo. ¿Es acaso la violencia ciudadana de segunda y la violencia gubernamental más exquisita y beneficiosa? La respuesta será nuevamente no.

Si la clase política se siente en el derecho de decir que la población no tiene el deber de defenderse, entonces, ellos serán los que se sientan en la obligación/derecho de proporcionar cauces para el cambio. Por el contrario, la población pide mayor control en las decisiones que los atañen, piden poder participar de la democracia a una escala mayor, cómo se rebate este argumento. La única respuesta es que no se quiere desarrollar más la democracia, su consecución parece un mérito imposible de superar, llegados a este punto de no retorno, es imposible mantenerse mucho más tiempo así. Si la población pide participar, la población tendrá que participar, inquiete a quien inquiete, propicie lo que propicie. Esa es otra cuestión.

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